A finales del siglo XVII tras la venida del protestantismo y la consiguiente respuesta del Concilio de Trento se hacía necesaria una nueva visión en el arte religioso. Un nuevo arte que conectara con la nueva sensibilidad religiosa y con la gente que podría tener la tentación de caer en la reforma luterana.
En el mundo de la pintura hubo dos caminos en busca de ese objetivo. Por un lado, la búsqueda de esa transcendencia directa hacia Dios por medio de una vuelta a los grandes del Renacimiento, una vuelta al clasicismo. La representación de la perfección divina, una mirada hacia lo alto. Se inició en Bolonia y fue encabezada por la familia Carracci, cuyo mayor exponente fue Annibale.
Annibale llegó a Roma, allí fue un pintor muy respetado en su tiempo y este modo de llevar el arte religioso a una nueva sensibilidad fue tomada casi oficialmente por la Iglesia. Domenichino, Guercino o Guido Reni fueron algunos de sus continuadores.
El otro camino fue el tomado por Michelangelo Merisi da Caravaggio, también venido del norte pero con una búsqueda totalmente contraria a los clasicistas. Caravaggio busca la representación de la realidad, la expresividad, agarrar por las tripas al fiel y darle a entender que todo lo que pasa en sus cuadros va dirigido a él porque a él también puede sucederle. No hay nada de divino en sus cuadros, sus protagonistas son gente de baja extracción social, eso chocaba con las altas esferas de la Iglesia que veían su arte zafio y vulgar.
Toda esta introducción viene a cuento a que en el fútbol, al igual que en el principio de la pintura barroca, el objetivo es el mismo. En este caso es EL GOL, conviene recordarlo ya que hay muchos comentaristas deportivos que parecer haberlo olvidado, y los modo para llegar a él diferentes.
Pongamos como ejemplo las dos maneras más representativas.
Un modo donde la posesión del balón es el camino elegido para llegar a la portería contraria de la manera más segura. Es decir, pases cortos y precisos para llegar en disposición de marcar gol con el mayor número de efectivos posible y crear la ocasión de anotar del modo más claro posible. El mejor exponente fue el Barcelona de Pep Guardiola.
El otro modo consiste en la búsqueda de la verticalidad, sin tanta preocupación por la posesión del balón,tratando de llegar lo más rápidamente posible a la portería contraria. Lo primordial es alcanzar el área contraria el mayor número de veces posibles en el menor tiempo y así, aunque no sean demasiado claras las oportunidades, darle mayor importancia a la cantidad de llegadas y finalizaciones. Como el Real Madrid de José Mourinho.
Hubo un tiempo en que se ninguneaba el segundo estilo. Lo llamaban burdo, zafio e incluso antideportivo. Curiosamente igual que llamaban al estilo de Caravaggio en la Roma de principios del siglo XVII.
El tiempo hizo que los estudiosos del arte reivindicaran la figura de Caravaggio hasta el punto de llegar a ser considerado uno de los mejores pintores de la Historia. De hecho el común de la ciudadanía ni siquiera sabe quién era Annibale Carracci, el más famoso y reputado autor de la época en Roma, mientras que Caravaggio es mundialmente famoso y sus exposiciones multitudinarias.
¿Qué quiero decir con esto? En primer lugar que no hay absolutos siempre que estén dentro de las reglas, al menos en el deporte, y que aunque nos guste más una u otra opción no deberíamos tratar de ridiculizar las otras opciones porque podemos ser nosotros los que quedemos en ridículo con el tiempo.
¿O no veis posible que llegue un día en que el primer estilo sea ridiculizado por la prensa y elogiado el segundo? De hecho parece que está pasando un poco eso ensalzando la manera de jugar del Atlético de Simeone, aunque pienso que eso tiene que ver más con la animadversión de algunos al Real Madrid y Mourinho que a un asunto meramente futbolístico. Pero eso es harina de otro costal.
Un saludo.
En el mundo de la pintura hubo dos caminos en busca de ese objetivo. Por un lado, la búsqueda de esa transcendencia directa hacia Dios por medio de una vuelta a los grandes del Renacimiento, una vuelta al clasicismo. La representación de la perfección divina, una mirada hacia lo alto. Se inició en Bolonia y fue encabezada por la familia Carracci, cuyo mayor exponente fue Annibale.
Annibale llegó a Roma, allí fue un pintor muy respetado en su tiempo y este modo de llevar el arte religioso a una nueva sensibilidad fue tomada casi oficialmente por la Iglesia. Domenichino, Guercino o Guido Reni fueron algunos de sus continuadores.
El otro camino fue el tomado por Michelangelo Merisi da Caravaggio, también venido del norte pero con una búsqueda totalmente contraria a los clasicistas. Caravaggio busca la representación de la realidad, la expresividad, agarrar por las tripas al fiel y darle a entender que todo lo que pasa en sus cuadros va dirigido a él porque a él también puede sucederle. No hay nada de divino en sus cuadros, sus protagonistas son gente de baja extracción social, eso chocaba con las altas esferas de la Iglesia que veían su arte zafio y vulgar.
De ahí que no consiguiera grandes encargos por parte de la Iglesia de Roma, además su carácter extraño y pendenciero no ayudaba al asunto. Annibale Carracci conseguía encargos de las grandes familias romanas como los Farnese (en la ilustración podemos ver su gran fresco del palacio de esa familia) y al final de su vida tuvo el honor de ser enterrado en el Panteón.
En cambio Caravaggio solo conseguía encargos para algunas capillas de iglesia, pese a dejarnos algunas de las obras cumbre de la pintura universal (en la ilustración La Vocación San Mateo de San Luigi dei Francesi) tuvo que huir de Roma acusado de asesinato y murió en la playa de Porto Ercole en el intento de volver a Roma para suplicar su perdón al Papa.
Se puede admirar la obra de ambos en una misma capilla en Santa Maria del Popolo en Roma. La ascensión de Carracci y de Caravaggio, La Crucifixión de San Pedro y La Conversión de San Pablo.
Toda esta introducción viene a cuento a que en el fútbol, al igual que en el principio de la pintura barroca, el objetivo es el mismo. En este caso es EL GOL, conviene recordarlo ya que hay muchos comentaristas deportivos que parecer haberlo olvidado, y los modo para llegar a él diferentes.
Pongamos como ejemplo las dos maneras más representativas.
Un modo donde la posesión del balón es el camino elegido para llegar a la portería contraria de la manera más segura. Es decir, pases cortos y precisos para llegar en disposición de marcar gol con el mayor número de efectivos posible y crear la ocasión de anotar del modo más claro posible. El mejor exponente fue el Barcelona de Pep Guardiola.
El otro modo consiste en la búsqueda de la verticalidad, sin tanta preocupación por la posesión del balón,tratando de llegar lo más rápidamente posible a la portería contraria. Lo primordial es alcanzar el área contraria el mayor número de veces posibles en el menor tiempo y así, aunque no sean demasiado claras las oportunidades, darle mayor importancia a la cantidad de llegadas y finalizaciones. Como el Real Madrid de José Mourinho.
Hubo un tiempo en que se ninguneaba el segundo estilo. Lo llamaban burdo, zafio e incluso antideportivo. Curiosamente igual que llamaban al estilo de Caravaggio en la Roma de principios del siglo XVII.
El tiempo hizo que los estudiosos del arte reivindicaran la figura de Caravaggio hasta el punto de llegar a ser considerado uno de los mejores pintores de la Historia. De hecho el común de la ciudadanía ni siquiera sabe quién era Annibale Carracci, el más famoso y reputado autor de la época en Roma, mientras que Caravaggio es mundialmente famoso y sus exposiciones multitudinarias.
¿Qué quiero decir con esto? En primer lugar que no hay absolutos siempre que estén dentro de las reglas, al menos en el deporte, y que aunque nos guste más una u otra opción no deberíamos tratar de ridiculizar las otras opciones porque podemos ser nosotros los que quedemos en ridículo con el tiempo.
¿O no veis posible que llegue un día en que el primer estilo sea ridiculizado por la prensa y elogiado el segundo? De hecho parece que está pasando un poco eso ensalzando la manera de jugar del Atlético de Simeone, aunque pienso que eso tiene que ver más con la animadversión de algunos al Real Madrid y Mourinho que a un asunto meramente futbolístico. Pero eso es harina de otro costal.
Un saludo.
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