En el deporte tenemos en mente un buen número de competiciones que cambiaron el devenir del mismo, tanto por avances técnicos como por logros individuales.
Algunas de ellas sucedieron en unos mismos Juegos olímpicos, los de México 68. Fueron los primeros juegos en donde se utilizaron pértigas de fibra de carbono, Jim Hines estableció el récord de 100 m en 9.95, Tommy Smith el de 200 en 19.83 (con la famosa ceremonia de medallas de los guantes negros) y Lee Evans bajó por primera vez de los 44 segundos en 400 m. estableciendo el récord mundial en 43.86 que duró imbatido más de veinte años.
Sin embargo me centraré en las dos más famosas y relevantes, al menos para mí.
La primera por una marca individual que destrozó la vida deportiva del que la hizo, y también la vida de la prueba en que se produjo, durante años.
Bob Beamon destrozó todos los registros anteriores en el salto de longitud. En su primer intento, en unas condiciones excepcionales de altura, viento a favor y presión atmosférica, voló a unos increíbles 8.90 m., 55 cm. más que el anterior récord. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había logrado, ya que, acostumbrado a los pies y las pulgadas, no entendía la medición en centímetros.
Cuanto realmente se dio cuenta de su salto se derrumbó en la tierra abatido por su propia hazaña. El anterior campeón olímpico Lynn Davies le dijo: "Has destrozado la competición". Y lo hizo para muchos años. No volvió a acercarse a su marca.
El récord duró hasta el verano de 1991, en que Mike Powell lo batió en un no menos memorable duelo con Carl Lewis, pero eso es otra historia....
La segunda sucedió en el salto de altura. A lo largo del tiempo había habido distintos estilos a la hora de superar el listón, desde la tijera al rodillo ventral, que era la manera habitual de hacerlo en 1968. Pero en los juegos olímpicos de México apareció un joven que saltaba de manera distinta. Dick Fosbury atacaba el listón de espaldas, al contrario que los demás que avanzaban hacia él de frente. El joven norteamericano había llegado a esa técnica evolucionando desde la tijera cayendo de espaldas. Esto es importante porque hasta esos años no se caía sobre una colchoneta, sino sobre arena o placas de gomaespuma.
Los que no lo conocían (ya había ganado el campeonato de la NCAA y también los Trials de ese año) lo tomaban por un excéntrico. Sin embargo llegó la gran sorpresa. Pese a no estar entre los favoritos ni tener una gran marca, ganó la competición. Se quedó a 4 cm. del récord mundial de Valery Brumel.
Lo que pudo parecer una anécdota cambió la historia de la prueba, poco a poco los saltadores de altura fueron cambiando su técnica y adoptando el llamado "Fosbury flop" en honor de su creador, en pocos años todos lo utilizaban. Ahora nadie discute que sea la mejor manera de saltar altura.
Dick Fosbury se retiró solo cuatro años después de su hazaña al no poderse clasificar para los juegos de Múnich.
Pues en el mundo del arte también han sucedido este tipo de competiciones desde al menos la Grecia clásica.
Según nos cuenta Plinio el viejo en su Historia Natural que cuatro grandes escultores habían hecho esculturas de amazonas para que fueran colocadas en el magnífico templo de Artemisa en Éfeso (una de las siete maravillas del mundo antiguo).
Para elegir una de ellas se organizó un certamen en el que el jurado serían los propios escultores, eligiendo cual sería de ellas la más bellas exceptuando la suya propia. Los escultores fueron Policleto, Fidias, Crésilas y Fradmón.
Como ya comentamos en otra entrada no tenemos los originales, sino copias romanas. Por su estilo podemos dilucidar al menos tres de ellas, repartidas por distintos museos del mundo, y quiénes fueron sus autores. En la ilustración a la izquierda la de Crésilas, en el centro la de Fidias y a la derecha la de Policleto.
Juzguen ustedes. Según Plinio ganó Policleto.
No terminan ahí los certámenes, uno de ellos nos da el punto de partida de nada menos que el Renacimiento.
En la ciudad de Florencia se organiza en 1401 un certamen para la realización de unos relieves para las puertas de la entrada norte del baptisterio. A él se presentaron siete escultores: Filippo Brunelleschi, Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Simone da Colle, Francesco Valdambrino, Nicoló d'Arezzo y Nicoló di Pietro Lamberti. Tema: el sacrificio de Isaac.
De ellos dos finalistas, Ghiberti y Brunelleschi. De ellos el primero con un estilo más elegante y de moda en esa época, de tradición flamenca y el segundo con un nuevo estilo, más sobrio, con una estructura geométrica y con la vista puesta en el clasicismo.
Ghiberti
Brunelleschi
Elijan de nuevo.
Al final, el jurado eligió a Ghiberti para el encargo. Que hizo los relieves para la puerta en su estilo elegante, pero artificioso.
Sin embargo el estilo de Brunelleschi, tuvo éxito entre los artistas florentinos, sobre todo en sus grandes amigos Masaccio y Donatello. Tanto que al final le quedó a él una última victoria.
Años más tarde se volvió a encargar a Ghiberti unos nuevos relieves para las últimas puertas que quedaban por decorar del baptisterio. Para ellas Don Lorenzo eligió hacerlas en el estilo que Brunelleschi presentó en el certamen. Y creó esta obra maestra que son las llamadas Puertas del Paraíso.
En otras palabras, Dick Fosbury ya había triunfado en el Renacimiento.
Saludos.
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