El manierismo en arte se puede definir como la llegada al extremo de la imitación de los grandes maestros del Renacimiento. Incluso llegando al límite de negar las propias enseñanzas de éstos.
Pues el manierismo también se ha producido en el mundo del fútbol. El Barça de los últimos momentos de Guardiola, o con el Tata Martino y la selección española han tenido etapas manieristas.
Llegó un momento en estos equipos (en el Barcelona ya pasó, en la selección parece que también aunque no estoy muy seguro) en que se siguió el estilo de épocas exitosas anteriores pero llevándolo al extremo y olvidando el objetivo final del juego. Se continuó con el passing game (el tiki taka que decían los "periodistas") pero con cada vez menos profundidad y por lo tanto menos ocasiones de gol.
Al igual que en el manierismo artístico todo terminaba por ser confuso, artificioso, por lo tanto aburrido y, peor que todo eso, poco útil. Un buen ejemplo lo encontramos con la selección española en el Mundial de Brasil, donde el seleccionador llegó al extremo de ese manierismo. Siguió contando con jugadores que fueron clave en éxitos antiguos pero no aptos físicamente para un reto de las características de una Copa del Mundo, con las consecuencias que todos conocemos.
En algunas ocasiones el manierismo artístico se salva por el talento excepcional del artista, al igual que un equipo manierista se salva por el talento excepcional de algún jugador. Parmigianino o el Greco nos ofrecen piezas clave de la pintura de todos los tiempos gracias a su especial manera de volver a interpretar a los maestros.
En el Barça ese talento se personificó tantas veces en Messi que hizo que se mantuviera a flote durante mucho tiempo, mientras que en la selección no había un talento goleador que pudiera remediar el exceso manierista del equipo.
Con esto quiero decir que no se puede estructurar el juego de un equipo sin tener en cuenta los propios mimbres, solo siguiendo estilo ajeno.
El manierista futbolístico mayor del reino es Paco Jémez, que tiene enamorada a la prensa pero al equipo en puestos de descenso. Sin el talento goleador excelso necesario o la capacidad técnica de los jugadores del original, el estilo se convierte en una mala copia manierista. No conseguir cambiar de registro para conseguir el objetivo, que es ganar partidos (no lo olvidemos Sr. Cappa), es como el artista que no quiere cambiar su forma de pintar aunque ya no convenza a sus clientes. Picasso cambió de estilo muchas veces. Señores de la prensa, díganle al Sr. Jémez que esto de cambiar no es malo si es útil.
Para muestra un botón. Un equipo que ha sabido cambiar respecto a su original contra otro que sigue creyendo en las hadas del tiki taka.
Un saludo a todos.
Pues el manierismo también se ha producido en el mundo del fútbol. El Barça de los últimos momentos de Guardiola, o con el Tata Martino y la selección española han tenido etapas manieristas.
Llegó un momento en estos equipos (en el Barcelona ya pasó, en la selección parece que también aunque no estoy muy seguro) en que se siguió el estilo de épocas exitosas anteriores pero llevándolo al extremo y olvidando el objetivo final del juego. Se continuó con el passing game (el tiki taka que decían los "periodistas") pero con cada vez menos profundidad y por lo tanto menos ocasiones de gol.
Al igual que en el manierismo artístico todo terminaba por ser confuso, artificioso, por lo tanto aburrido y, peor que todo eso, poco útil. Un buen ejemplo lo encontramos con la selección española en el Mundial de Brasil, donde el seleccionador llegó al extremo de ese manierismo. Siguió contando con jugadores que fueron clave en éxitos antiguos pero no aptos físicamente para un reto de las características de una Copa del Mundo, con las consecuencias que todos conocemos.
En algunas ocasiones el manierismo artístico se salva por el talento excepcional del artista, al igual que un equipo manierista se salva por el talento excepcional de algún jugador. Parmigianino o el Greco nos ofrecen piezas clave de la pintura de todos los tiempos gracias a su especial manera de volver a interpretar a los maestros.
En el Barça ese talento se personificó tantas veces en Messi que hizo que se mantuviera a flote durante mucho tiempo, mientras que en la selección no había un talento goleador que pudiera remediar el exceso manierista del equipo.
Con esto quiero decir que no se puede estructurar el juego de un equipo sin tener en cuenta los propios mimbres, solo siguiendo estilo ajeno.
El manierista futbolístico mayor del reino es Paco Jémez, que tiene enamorada a la prensa pero al equipo en puestos de descenso. Sin el talento goleador excelso necesario o la capacidad técnica de los jugadores del original, el estilo se convierte en una mala copia manierista. No conseguir cambiar de registro para conseguir el objetivo, que es ganar partidos (no lo olvidemos Sr. Cappa), es como el artista que no quiere cambiar su forma de pintar aunque ya no convenza a sus clientes. Picasso cambió de estilo muchas veces. Señores de la prensa, díganle al Sr. Jémez que esto de cambiar no es malo si es útil.
Para muestra un botón. Un equipo que ha sabido cambiar respecto a su original contra otro que sigue creyendo en las hadas del tiki taka.
Un saludo a todos.
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