Ninguno de los grandes pintores de la Historia hizo un cuadro sin haber machacado los pigmentos en un mortero en un taller, sin haber montado bastidores y telas para su maestro. Aprendiendo qué materiales había que utilizar para conseguir esos colores y cómo mezclarlos para los distintos tonos. Poco a poco esos maestros les dejaban hacer ciertos objetos o fondos e incluso ya algunas figuras.
Leonardo fue aprendiz de Verrocchio, Miguel Ángel de Ghirlandaio y Rafael de Perugino.
Es evidente que ninguno de estos artistas hubiera llegado a nada de no haber pasado por el taller de sus maestros. Esos rudimentos fueron esenciales para que ellos después evolucionaran y desarrollaran su arte.
Del mismo modo a los niños que empiezan en cualquier deporte (sobre todo en los que son de equipo, sometido a multitud de reglas) es imprescindible que lo primero es el aprendizaje técnico de lo que luego les hará crecer en el juego. En nuestro caso el asunto a veces es más complicado que en el caso de los pintores. A causa de los padres, medios, prensa o redes sociales, los pequeños piensan que están capacitados para hacer lo que ven en los partidos profesionales. Y es parte de nuestro trabajo mostrarles la realidad de que para hacer eso tienen que aprender a hacer muchas cosas antes.
Desde la perspectiva del portero además tenemos que aunar la técnica al reflejo natural de esquivar el balón o apartarse para no recibir un golpe. Debemos hacerles ver que aunque no lleguen con la mano en un saque es imprescindible que usen las manos para sacar. Si cada vez que no llegan sacaran con el pie no desarrollarían el saque con la mano como es necesario e iría en contra de su desarrollo como portero.
A veces es realmente difícil hacerles entender que es mejor para ellos y para su equipo el desarrollo técnico. Este desarrollo a veces va en perjuicio de los resultados en un plazo corto. En las categorías base es muy complicado obligar a un niño que es físicamente superior a que tenga que elaborar con los compañeros, que tenga que controlar con la planta o que después de robo deba pasar a un compañero o no jugársela de último. Ya que sin hacer ninguna de esas cosas es capaz de marcar gol. Pero es imprescindible que el niño (y sus padres) comprendan que si no hace esas cosas no progresará y que cuando se encuentre con algún otro jugador de su tamaño le faltarán recursos para superar el reto. En base el resultado rápido no es el mejor camino, de hecho el marcador no es el objetivo, no es lo que marca el éxito en el trabajo. Y es que cuanto más cuidadosos seamos en el proceso mejor será el resultado.
En ese sentido el entrenador Adri Martiño (ADA Alcorcón FSF), muy implicado en la formación de entrenadores y en el desarrollo de los mismos en categorías base, ha escrito el libro que explica largo y tendido estos procesos y sus porqués. En El juego de Uno aclara mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo en un post este problema que sigue siendo acuciante y que no nos tomamos lo suficientemente en serio.
Adri nos trae parte de una bibliografía de la que estamos faltos en nuestro deporte. Paso a paso y gracias a gente como él crecemos como deporte.
Gracias.
Leonardo fue aprendiz de Verrocchio, Miguel Ángel de Ghirlandaio y Rafael de Perugino.
Es evidente que ninguno de estos artistas hubiera llegado a nada de no haber pasado por el taller de sus maestros. Esos rudimentos fueron esenciales para que ellos después evolucionaran y desarrollaran su arte.
Del mismo modo a los niños que empiezan en cualquier deporte (sobre todo en los que son de equipo, sometido a multitud de reglas) es imprescindible que lo primero es el aprendizaje técnico de lo que luego les hará crecer en el juego. En nuestro caso el asunto a veces es más complicado que en el caso de los pintores. A causa de los padres, medios, prensa o redes sociales, los pequeños piensan que están capacitados para hacer lo que ven en los partidos profesionales. Y es parte de nuestro trabajo mostrarles la realidad de que para hacer eso tienen que aprender a hacer muchas cosas antes.
Desde la perspectiva del portero además tenemos que aunar la técnica al reflejo natural de esquivar el balón o apartarse para no recibir un golpe. Debemos hacerles ver que aunque no lleguen con la mano en un saque es imprescindible que usen las manos para sacar. Si cada vez que no llegan sacaran con el pie no desarrollarían el saque con la mano como es necesario e iría en contra de su desarrollo como portero.
A veces es realmente difícil hacerles entender que es mejor para ellos y para su equipo el desarrollo técnico. Este desarrollo a veces va en perjuicio de los resultados en un plazo corto. En las categorías base es muy complicado obligar a un niño que es físicamente superior a que tenga que elaborar con los compañeros, que tenga que controlar con la planta o que después de robo deba pasar a un compañero o no jugársela de último. Ya que sin hacer ninguna de esas cosas es capaz de marcar gol. Pero es imprescindible que el niño (y sus padres) comprendan que si no hace esas cosas no progresará y que cuando se encuentre con algún otro jugador de su tamaño le faltarán recursos para superar el reto. En base el resultado rápido no es el mejor camino, de hecho el marcador no es el objetivo, no es lo que marca el éxito en el trabajo. Y es que cuanto más cuidadosos seamos en el proceso mejor será el resultado.
En ese sentido el entrenador Adri Martiño (ADA Alcorcón FSF), muy implicado en la formación de entrenadores y en el desarrollo de los mismos en categorías base, ha escrito el libro que explica largo y tendido estos procesos y sus porqués. En El juego de Uno aclara mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo en un post este problema que sigue siendo acuciante y que no nos tomamos lo suficientemente en serio.
Gracias.
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