La suerte no es más que la interpretación que hacemos de sucesos concatenados sobre los que no tenemos control. Estos hechos son consecuencia de otros sobre los cuales sí tenemos control o podemos llegar a tenerlo. Es decir, cuando decimos que un tiro al poste es buena o mala suerte no nos paramos a analizar por qué el tiro ha ido al poste. La posición del portero hace que el atacante tenga más o menos ángulo cubierto para encontrar portería, cuanto menos portería tengamos disponible hace que el disparo tenga que ser más ajustado. Eso es lo que hace más probable un tiro al poste. La calidad del golpeo o el tiempo que tenga el delantero para dar al balón y la presión del defensa son datos que también tendrían que estar dentro de la ecuación. Es tan solo un ejemplo. Sigamos este proceso con todas las situaciones del juego y tendremos un entrenador. Pues ese es precisamente su trabajo, prever y precisar todas las situaciones posibles fuera de nuestro control e intentar someterlas...
Deporte y arte, arte y deporte.