La suerte no es más que la
interpretación que hacemos de sucesos concatenados sobre los que no tenemos
control. Estos hechos son consecuencia de otros sobre los cuales sí tenemos
control o podemos llegar a tenerlo. Es decir, cuando decimos que un tiro al
poste es buena o mala suerte no nos paramos a analizar por qué el tiro ha ido
al poste. La posición del portero hace que el atacante tenga más o menos ángulo
cubierto para encontrar portería, cuanto menos portería tengamos disponible
hace que el disparo tenga que ser más ajustado. Eso es lo que hace más probable
un tiro al poste. La calidad del golpeo o el tiempo que tenga el delantero para
dar al balón y la presión del defensa son datos que también tendrían que estar
dentro de la ecuación.
Es tan solo un ejemplo. Sigamos
este proceso con todas las situaciones del juego y tendremos un entrenador.
Pues ese es precisamente su trabajo, prever y precisar todas las situaciones
posibles fuera de nuestro control e intentar someterlas a nuestras decisiones.
La temporada pasada una de las
premisas de nuestro equipo fue esa, ya desde la pretemporada, “no existe la
suerte”. A medida que el trabajo que hicimos durante el año iba dando sus
frutos, más se decía desde los entornos de otros clubes: “Qué suerte tiene
Soto”. A nosotros nos hacía gracia, porque eso era justo una de las cosas que
no necesitábamos. Si de algo estamos seguros dentro del equipo es que los
logros del título de liga y el ascenso se consiguieron gracias muchos factores,
y ninguno de ellos fue la suerte.
Por eso en Soto trabajamos la
propiocepción para la prevención de lesiones, también hacemos entrenamiento
específico tanto técnico como táctico de la portería. Ni que decir tiene la
labor de nuestra entrenadora Eva López en lo técnico y táctico en pista, así
como el estudio estadístico de todos y cada uno de los partidos de nuestro
equipo. Intentamos no dejar nada al azar, a ese azar que negamos y que no es
otra cosa que sucesos que al no ser controlados por nosotros pueden ser controlados
por nuestro rival
.
Nuestra intención es que el trabajo tanto del cuerpo técnico como de las jugadoras se vea plasmado en la cancha, por eso no nos escudamos en la posible buena o mala fortuna si los resultados no nos acompañan. Nuestra responsabilidad es tener preparado el equipo para todo lo que suceda. La enseñanza que sacamos de errores y malos resultados es imprescindible para hacer crecer nuestra competitividad en la máxima categoría. El momento en que nos escudemos en que los resultados no llegan por la mala suerte será el que empecemos a cavar nuestra tumba. En cambio la consciencia de que la suerte no existe, de que nosotros mismos somos los causantes y responsables de lo que nos suceda en la pista es el primer paso del camino hacia el éxito.
Como dijo Julio César al cruzar
el Rubicón, “Alea Jacta Est”, “Los suerte está echada”, así decimos nosotros al
inicio de cada partido, la fortuna ya pasó. Lo que pase a partir de ese momento
en la pista depende de nosotros. Y eso nos hace más fuertes.
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