Con la llegada del siglo XX y las vanguardias el público en general tiene la impresión de que ya no entiende el arte y que esas manchas en los lienzos las puede hacer un niño. Todo eso forma parte de una ficción. Esa ficción consiste en pensar que entienden los cuadros por la simple razón de que reconocen las figuras. Es tan inextricable para un lego en iconografía clásica del Quattrocento La
Primavera de Botticelli como cualquier cuadro de Pollock.
Dentro de esa ficción encontramos el tópico irreal del pintor genial ignorante en todo lo demás, incluso en dibujo clásico, que pinta arte abstracto y que gracias a una moda absurda e inexplicable para el gran público vende sus obras por grandes millonadas. Nadie da duros a pesetas. Y aunque a veces nos sea inexplicable cómo se paga tanto dinero por un cuadro o por qué una instalación hecha de cajas de detergente está en un museo, suele haber un trabajo grande de investigación estética detrás para llegar a esos resultados.
Ha habido artistas que han fomentado ese tópico haciendo creer que apenas leen y que sólo saben hacer eso. Basquiat, pese a provenir de una familia de clase media fomentó una imagen de desarraigo que ayudaba a su estilo casi graffitero.
Incluso Fellini, pese a que puso de manifiesto su vasta cultura en tantas referencias en su cine, siempre comentaba que él no era ningún intelectual. Los críticos hablaban de todas las referencias que había en su 8 y 1/2 y él se divertía negándolas. Decía que era un honor que pensaran eso de él, pero que él no era más que un artesano del cine que venía de las revistas humorísticas de la Roma de la posguerra.
Pues ese caso, creo que lo tenemos en el periodismo deportivo patrio.
Hay una presencia casi inevitable en las tertulias deportivas tanto de TV como de radio. Roberto Gómez aparece una y otra vez. Viendo sus errores es evidente que no lo contratan por sus aciertos o datos. Creador de un tipo de personaje que ha sido copiado por otros muchos periodistas como Manolete o François Gallardo, es capaz de decir una opinión y su contraria en un mismo programa. Pero el espectáculo que da tiene muchos seguidores. De hecho @luisete66 es el culpable de que esté escribiendo esta entrada, fiel seguidor de Roberto Gómez.
Y cuando digo que es creador de un personaje es que pienso que Roberto Gómez no es realmente como aparece en las tertulias o escribe en un artículo. Según comentan otros compañeros de profesión no es como se nos muestra en pantalla o las ondas.
Pienso que ha creado ese personaje para tener un sitio propio en esas tertulias que lo necesitan a modo de bufón. Y hace tan bien su papel que trasciende el medio. Hay una página en Facebook que clama por su expulsión del periodismo deportivo (enlace), o cuenta parodia en twitter (enlace).
El problema no es Roberto Gómez, o al menos no es solo él. El problema está en el modo de hacer
periodismo deportivo que hay en España de un tiempo a esta parte. No se habla casi nada del juego, en las tertulias se encuentran muy pocos especialistas dispuestos a hablar de lo que sucede técnica y tácticamente dentro del campo, y cada vez parecen más programas del corazón que futbolísticos.
Roberto Gómez y otros se aprovechan de semejante oportunidad para ganarse el sueldo y según cuentan las malas lenguas invitaciones a cenar en Chistu o El Asador Donostiarra casi a diario.
¿Todavía queda alguien con valor para llamarlo tonto?
Un saludo.
Primavera de Botticelli como cualquier cuadro de Pollock.
Dentro de esa ficción encontramos el tópico irreal del pintor genial ignorante en todo lo demás, incluso en dibujo clásico, que pinta arte abstracto y que gracias a una moda absurda e inexplicable para el gran público vende sus obras por grandes millonadas. Nadie da duros a pesetas. Y aunque a veces nos sea inexplicable cómo se paga tanto dinero por un cuadro o por qué una instalación hecha de cajas de detergente está en un museo, suele haber un trabajo grande de investigación estética detrás para llegar a esos resultados.
Ha habido artistas que han fomentado ese tópico haciendo creer que apenas leen y que sólo saben hacer eso. Basquiat, pese a provenir de una familia de clase media fomentó una imagen de desarraigo que ayudaba a su estilo casi graffitero.
Incluso Fellini, pese a que puso de manifiesto su vasta cultura en tantas referencias en su cine, siempre comentaba que él no era ningún intelectual. Los críticos hablaban de todas las referencias que había en su 8 y 1/2 y él se divertía negándolas. Decía que era un honor que pensaran eso de él, pero que él no era más que un artesano del cine que venía de las revistas humorísticas de la Roma de la posguerra.
Pues ese caso, creo que lo tenemos en el periodismo deportivo patrio.
Hay una presencia casi inevitable en las tertulias deportivas tanto de TV como de radio. Roberto Gómez aparece una y otra vez. Viendo sus errores es evidente que no lo contratan por sus aciertos o datos. Creador de un tipo de personaje que ha sido copiado por otros muchos periodistas como Manolete o François Gallardo, es capaz de decir una opinión y su contraria en un mismo programa. Pero el espectáculo que da tiene muchos seguidores. De hecho @luisete66 es el culpable de que esté escribiendo esta entrada, fiel seguidor de Roberto Gómez.
Y cuando digo que es creador de un personaje es que pienso que Roberto Gómez no es realmente como aparece en las tertulias o escribe en un artículo. Según comentan otros compañeros de profesión no es como se nos muestra en pantalla o las ondas.
Pienso que ha creado ese personaje para tener un sitio propio en esas tertulias que lo necesitan a modo de bufón. Y hace tan bien su papel que trasciende el medio. Hay una página en Facebook que clama por su expulsión del periodismo deportivo (enlace), o cuenta parodia en twitter (enlace).
El problema no es Roberto Gómez, o al menos no es solo él. El problema está en el modo de hacer
periodismo deportivo que hay en España de un tiempo a esta parte. No se habla casi nada del juego, en las tertulias se encuentran muy pocos especialistas dispuestos a hablar de lo que sucede técnica y tácticamente dentro del campo, y cada vez parecen más programas del corazón que futbolísticos.
Roberto Gómez y otros se aprovechan de semejante oportunidad para ganarse el sueldo y según cuentan las malas lenguas invitaciones a cenar en Chistu o El Asador Donostiarra casi a diario.
¿Todavía queda alguien con valor para llamarlo tonto?
Un saludo.
Como siempre genial bipancho. Las tertulias deportivas son tomboleos de gritos y descalificaciones, mentiras y absurdos. El único que cambia de opinión con regularidad, da pregones y va a los toros es el gran Roberto Gómez.
ResponderEliminarComo siempre genial bipancho. Las tertulias deportivas son tomboleos de gritos y descalificaciones, mentiras y absurdos. El único que cambia de opinión con regularidad, da pregones y va a los toros es el gran Roberto Gómez.
ResponderEliminarMe parece un blanqueo de un fraude al usuario. Si ya nos timan todos los medios deportivos dándonos opinión por información, al que hay que sumar el doble rasero dominante contra el Real Madrid, hay que soportar a estos caraduras que viendo el percal de que no pasa nada y que cada vez cuenta más el espectáculo, la tertulia, la opinión y sin embargo, la verdad o la realidad importa un pimiento, él eleva la apuesta y así s elo lleva calentito de varios medios... salta d euno a otro sin miramientos... se lo lleva hasta de los dineros públicos... acusa a los demás de lo que él perpetra... Si ya era un insulto a la inteligencia media, al ciudadano que confía en los medios de comunicación deportivos, a la buena praxis periodística incluso antes de que aterrizara Mourinho en el RM, desde hace un para de temporadas, no mucho más, cambiando varios medios, le ha echado más cara dura porque sabe que lo que se cuenta en los programas deportivos es mentira y él se suma con gusto a la exageración, la vehemencia y por supuesto, a la invención, imaginación y sospecha que reina en los medios deportivos.
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