En la antigua Roma (en casi todo miramos a Roma), para dar respetabilidad a edificios profanos utilizaban las columnas adosadas, solo decorativas. Esta respetabilidad venía dada porque estas columnas entroncaban con las estructuras adinteladas de los templos griegos. Sin embargo eran solo mera decoración, ya que estos edificios estaban hechos con arcos y bóvedas de cañón, para los que eran completamente innecesarias estas columnas. Ejemplos de esta clase de arquitectura pueden verse en el Teatro de Marcelo (abajo), en el Tabularium o el anfiteatro Flavio (más conocido como Coliseo). Con el paso del tiempo esta práctica se siguió utilizando, sobre todo a partir del Renacimiento, hasta que con la llegada del siglo XX las ideas cambian. El insigne arquitecto austríaco Adolf Loos comienza su famosos artículo Ornamento y delito con estas palabras: "El ornamento no es sólo es símbolo de un tiempo ya pasado. Es un signo de degeneración estética ...
Deporte y arte, arte y deporte.