La Pelota no se mancha me pide que escriba sobre mi experiencia en la pista de La Ciudad del Fútbol en el partido de exjugadores da la AJFS. Intentaré que entendáis lo que sentí.
La semana pasada recibí una llamada sorprendente. La Asociación de Jugadores se acordaba de mí para jugar el partido de exjugadores que se disputaría antes del España – Tailandia como fiesta del vigésimo aniversario de la AJFS. Y digo sorprendente porque se me ocurren decenas de porteros con mayor representatividad para ese momento que yo, que tuve presencia poco menos que testimionial en equipos de élite. El brillante Sergio Alonso fue el encargado de darme la noticia. Me comentó que iba a haber gente muy buena, lo que hacía que pensara aún más que era un honor inmerecido. Me sentía como un cantante rural elegido por Quincy Jones para el “We are the world”. Pero no podía rechazar semejante oportunidad por el hecho de pensar que no lo merecía. Así que acepté gozoso el reto con el objetivo de no hacer demasiado el ridículo.
Llegó el momento del partido. Llegada a La Ciudad del Fútbol, abrazos a los conocidos (de muchos años algunos), presentaciones con los ajenos y una pista perfecta para que los que pudieran aún demostraran que la calidad no se pierde con los años. Llegamos al vestuario y nos aguarda la sorpresa de una foto de cada uno de nosotros en el lugar que nos corresponde.
En el principio a disfrutar desde el banquillo, como tantas veces en mis equipos. Ver a Paulo Roberto pelear por un balón con Cogorro, Daniel Ibañes encarando a César Muñoz o Torras golpeando desde fuera mientras Álvaro le tapa el tiro y mucho más. Lo de menos era el resultado, pero eso no se notó tanto en la pista. Pese a lo lúdico del partido, o quizás por eso, los invitados se dedicaron a tocar a buscar al compañero mejor colocado y no a fumársela. Imagino que la edad o que muchos han dado el paso a los banquillos hace que las prioridades hayan cambiado en el juego.
En el segundo tiempo salgo a la portería. No desmerezco, y alguna parada decente consigo hacer. Quizás me quedo con la experiencia de mandar sobre Álvaro o mandarle un balón a banda a Davichín y la de volver a la juventud de compartir equipo de nuevo con Javi Trigueros, David Ramos o César Muñoz.
Y aunque he dicho antes que el resultado era lo de menos, ganamos nosotros. Después saludos, enhorabuenas y conversaciones con los muchachos de la selección que entran a calentar. Después todos juntos vimos el partido de la selección, como somos hijos de nuestro tiempo criticamos las reglas: “Hay que limitar el portero jugador”, “Lástima que dejen al portero lanzar a campo contrario”, “Si se pudiera sacar de banda con las manos se verían más goles”, quizás todo tiempo pasado sí sea mejor. Al menos para nosotros y el caso.. En la cena posterior, corrillos en donde solo se habló de fútbol sala, y de sus alrededores. ¿Qué es la vida sino lo que rodea al fútbol sala? Conocí detalles internacionales de los dos tipos que creo que más saben del asunto, Marcelo Serpa y Alberto Riquer han viajado por mor del futbito más que Phileas Fogg.
Y por último, la despedida. La triste despedida que nos devuelve a la realidad, de volver a madrugar al día siguiente. Gracias a la AJFS por hacernos volver a sentir un momento como jugadores a pleno rendimiento. Y es que como me decía el gran Javi Trigueros en el banquillo del partido: “Lo que daría yo por jugar un año más, solo uno”. Y todos.
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